10 septiembre 2007

El Bondi

Hay calles que automáticamente ingresados en ella y a poco de transitar, nos invitan a un olvido errante. Podemos recordar los números favorecidos en la quiniela del 17 de Febrero de 1978 pero inútil improvisar la canción que escuchamos en la tribuna visitante del partido del domingo.

Luego hay otras que nos permite el conocimiento enciclopédico universal al instante, aunque bien sabemos que sin la razón que nos permita catalogar lo esencial y lo superfluo, todo conocimiento es inútil. Es por ello que al dar vuelta la esquina podemos encontrar el pasaje (estrecho y sin puertas ni ventanas, eso si) que nos regalará la noción absoluta de la existencia de casi todo el planeta en un mismo instante, lo que según los que saben, puede llevarnos a la locura. Pero tampoco podemos aseverarlo confiadamente por que la esquina en la que desemboca inevitablemente ese tramo, es la de la sinrazón, donde conviven los personajes mas estrambóticos y ajenos de lógica y pudor. Un espectaculo que no se debe perder nadie

Las viejas de barrio, en algunas noches templadas de primavera, sentadas en las sillas sobre la vereda, cuentan que hubo un hombre que sin proponérselo y solo de casualidad, las atravesó a todas, calles pasajes, bulevares y avenidas. Pero que de nada le sirvió, pues la desembocadura de tal demencial periplo termina en la parada del 65 interno 318, coche en el cual su maquina expendedora emite el boleto de vuelta, que nos hará volver al estado anterior al ingreso a nuestra caminata.

Pero una trampa del universo nos permite entrever lo que pudimos poseer y una tristeza infinita se apodera del alma del pasajero. Para compensarlo, el viaje hasta nuestro destino será acompañado de pasajeros que nos convidaran con manjares exquisitos, nos prestaran el hombro amigo, nos hablaran de mujeres de ensueño, y nos harán sentir que no estamos solos y que quizás ellos mismos ya estuvieron en esas calles.

Y acompañados de esa gente, quizás ya no nos importe tanto la tristeza, el dolor de lo perdido, la melancolía del amor no correspondido o la muerte misma. Que no es mas que para eso que ellos están ahí